NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... NACEN DESDE EL PIE!

1 dic 2010

Primer informe: surgimiento de los sindicatos en Europa

BREVE RESEÑA DE LAS LUCHAS SINDICALES EN ARGENTINA

La historia de la explotación del hombre por el hombre, si bien se acentuó al permitir la consolidación del sistema capitalista-burgués, no nació con este modo de producción. Ya pueden hallarse vestigios de la presencia de explotadores y explotados en el paso de la barbarie a la civilización[1]. Los griegos y romanos y otros Estados del mundo antiguo iniciaron tal práctica –que, dicho sea de paso, no existió en los orígenes de la humanidad ni entre los indios americanos hasta el contacto con los europeos; por lo tanto no es “natural” o “intrínseca al ser humano”, aunque nos lo traten de hacer creer a veces-. Lo que tiene de novedoso el capitalismo es que su fachada de “libertad y democracia” puede resultar engañosa para quienes sufren su condición de productores enajenados de su fuerza de trabajo. O sea, no siempre el trabajador comprende de inmediato cómo está siendo explotado, cosa que sí sabe muy bien el esclavo.

Por eso llevó mucho tiempo desde el inicio de la hegemonía capitalista a escala mundial hasta la aparición de la resistencia obrera organizada, planificada y entendida como medio para cambiar su situación.

A fines del s. XVIII se hicieron públicas las primeras rebeliones obreras en Inglaterra[2]. Las mismas en general consistían en la destrucción de maquinarias, debido a que ellos interpretaban que era la aparición de tecnología de avanzada lo que conspiraba contra su trabajo y los llevaba a la desocupación. A este tipo de protesta, espontáneo y por lo tanto ineficaz como método de lucha de clases, se lo conoce como luddismo.

A principios del s. XIX se fueron formando las sociedades obreras de ayuda mutua, germen de los sindicatos. La reacción inicial de la burguesía británica fue declararlos ilegales, pero eso sólo logró hacerlos más combativos y mejor organizados.

Poco después los dueños del poder comprendieron que sería más útil para su clase avalar la existencia legal de estos sindicatos, a cambio de que los mismos aceptaran en líneas generales mantener la estructura económica imperante y sólo plantear objetivos concretos, reivindicativos como condiciones laborales, aumento salarial, horas de trabajo, en fin, lo que se espera que sea la razón de ser de los sindicatos también acá y ahora.

A partir de la oleada revolucionaria de 1848, toman preponderancia entre el proletariado industrial de Europa Occidental (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica, Suiza, Italia) las ideas de Karl Marx y Friedrich Engels. A través de su extensa producción literaria y su consecuente militancia activa demostraron por qué el obrero nunca dejaría de ser el eslabón más pobre, vulnerable y descartable para los patrones. Su esfuerzo y el de muchos activistas anónimos logró constituir una entidad internacional de la clase obrera, que debía coordinar su lucha revolucionaria a lo largo de todo el mundo (la Primera Internacional, o directamente La Internacional). En caso que se produjeran insurrecciones de suficiente masividad –como lo ocurrido en La Comuna de París entre febrero y abril de 1871- la Internacional participaba de ese experimento de construcción comunista, es decir: comunitaria y no estatal-burguesa. Pero salvo en esos momentos de auge, la lucha cotidiana debía ser canalizada en la lucha diaria a través de los sindicatos, cuyo accionar debe servir para entrenar al proletariado[3] en la conformación de la fuerza ofensiva y revolucionaria. Para lograr esa masividad, y para seguir aprovechando el resquicio legal con que cuenta dentro de la legislación burguesa, el sindicato es un medio, no un fin en sí mismo. Por todo esto, no es negativo que su rol se dedique a una confrontación defensiva y reformista. De esa experiencia saldrán los cuadros revolucionarios, según la concepción marxista.

Ese momento histórico, aproximadamente 1870, coincide con el inicio del aluvión migratorio hacia nuestras tierras. Con los inmigrantes llegaron estas ideas, y en el próximo número ahondaremos cómo fueron aplicadas en la Argentina.

Diccionario marxista:

Estado: producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; sociedad que se ha enredado en una contradicción insoluble consigo misma, debido a estar dividida en antagonismos irreconciliables (burguesía – proletariado). Por esto que surge un Poder (Estado) situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto.

En síntesis, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre clases irreconciliables.



[1] Tal como lo resume el libro “El Origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, de F. Engels.

[2] El mayor imperio mundial por aquellos tiempos en los que recién se estaban independizando los yanquis.

[3] Proletariado: clase social que es dueña sólo de sus hijos (prole)