NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... NACEN DESDE EL PIE!

1 dic 2010

Aportes para el trabajo sindical.

La presente nota pretende ser un aporte para el trabajo sindical. La historia de las luchas obreras y proletarias en general nos brindó grandes aprendizajes, que hoy nos son útiles para interpretar y actuar sindicalmente. Debemos tener en cuenta los claros limites que la lucha económica o reivindicativa impone, y a la que es necesario darle definiciones, que orienten con la mayor claridad posible la lucha por mejores condiciones de trabajo, por trabajo genuino, por salario, en fin de vida que como trabajadores nos merecemos; entendiendo este como un paso táctico en la construcción de organización que nos lleve a la emancipación de los trabajadores.

Para quienes trabajamos en la construcción del partido formado por “los mejores entre los buenos de la clase”, la historia de la lucha de clases de los 60´ y 70´ nos muestra que la actividad de masas y la de vanguardia, combinadas, pueden y deben retroalimentarse, de lo contrario se corre el riesgo de que una obstaculice el desarrollo de la otra, según el correcto o incorrecto manejo de la contradicción entre: lucha sindical y lucha política[1]. Por esto que desde el P.R.I.S. nos planteamos la necesidad de pautar y estudiar los métodos y estrategias de organización en el seno de la clase, como parte de la misma, mediante la utilización de las herramientas de masas: sindicatos, centro de estudiantes, trabajo territorial, etc.

La lucha corporativa o sindical es una de las tácticas de la guerra revolucionaria en pos de la toma del poder por el proletariado y el pueblo. Que sea táctica implica que se ajusta, respecto a la estrategia de la lucha de clases, como la parte del todo, y que esta en un nivel inferior de la lucha estratégica. En este sentido, quienes apuntamos a la construcción del poder popular por la toma del poder hacia el socialismo, no debemos colocarnos por detrás ni demasiados pasos por delante de la clase. Se debe tomar muy en cuenta las actuales aspiraciones y el estado de ánimo de las más amplias masas, conociendo sus tiempos para que nuestra participación sea espejo de las mismas. Valga la aclaración, y como decíamos en anteriores ediciones, es claro que el estado de animo actual no es comparable al de los mejores momentos de la clase, sin embargo esto no limita nuestras aspiraciones ni las necesidades materiales de la Revolución.

Por todo esto como decía el compañero del P.R.T. Luis Enrique Pujals “los sindicatos son un organismo de masas, por lo tanto lo mas amplio posibles. Su misión es la defender intereses económicos inmediatos de los trabajadores en su permanente lucha contra los patrones”. Esto último da cuenta de que el sindicato es nuestra herramienta primaria de lucha y organización. Una escuela de donde salieron, salen y saldrán los mejores hombres de nuestro pueblo en la lucha por la Revolución Socialista. Aunque también lugar que debe recoger las necesidades de los sectores más titubeantes y convivirá, naturalmente, con los conciliadores y hasta traidores de la clase. No obstante el sindicato es una válvula de escape del sistema, un medio donde la patronal en su conjunto puede contener las aspiraciones de las masas y buscar cierto consenso y legitimidad de la explotación diaria a cambio de, en el mejor de los casos, una porción más grande de la torta. Aquí esta la intervención y el trabajo cotidiano que podamos hacer, para lograr romper con las limitaciones políticas de los compañeros, consiguiendo imponer nuestros intereses comunes como clase, y lograr así niveles mayores de lucha, organización y compromiso.

Como nos enseño la gloriosa experiencia del P.R.T., y el organismo de masas sindical de su influencia: M.S.B., debemos sostener por sobre todas las cosas, como premisa fundamental, la independencia de la clase, es decir, su carácter antiburocrático, anti patronal y una clara diferenciación del Estado.

Ø Se define antiburocrático, por cuanto asume el compromiso de lucha intransigente contra aquellos dirigentes, que traicionando los intereses de su clase, se convierten en verdaderos agentes pro-patronales infiltrados en las filas obreras, jugando objetivamente el papel de defensores del sistema de explotación capitalista, a la vez que usan el cargo sindical y el propio sindicato como instrumento de enriquecimiento personal.

Ø Se reivindica anti-patronal, por cuanto considera que las conquistas que la clase arranca de sus explotadores, son fruto de la lucha cotidiana y no de la conciliación, pues no puede haber conciliación entre quienes elaboran las riquezas y quienes se apropian del trabajo ajeno.

Ø Proclaman su independencia del Estado, por cuanto considera que son los propios trabajadores los que deben defender democráticamente sus cuestiones, ya que el Estado capitalista media a favor de los intereses de las minorías y la explotación de la clase obrera y el pueblo.

En la actual situación sindical nos muestra que la clase lejos está de tener la manija del sindicalismo nacional. Si hacemos un poco de historia debemos recordar que en tiempos del keynesianismo, década del ´40 y ´50, el sindicalismo desarrollaba la lucha económica a favor de ciertas condiciones de trabajo. Es aquí donde el peronismo jugo su rol fundamental en la conciliación de clases. El desarrollo masivo del sindicalismo argentino, incentivado por Perón, fue una táctica funcional a los intereses burgueses de detener la lucha de clases, y así mantener la tasa de ganancia capitalista. El masivo crecimiento de los gremios de todos los rubros encauzó la lucha y necesidades de las masas, domesticando o intentado domesticar los intereses de clases como anteriormente dijimos.

Con el cambio del modelo de acumulación por uno fundamentado en la hegemonía del capital financiero, cambia la política estatal respecto de los sindicatos. Es desde mediados de los 70 y sobre todo, al iniciarse la dictadura fascista en 1976, que las clases dominantes se lanzan a una campaña estratégica cuyo fin era terminar con la tradición del sindicalismo y la solidaridad de clase. El movimiento obrero fue el principal norte de la represión patronal, y la necesidad de la destrucción del entramado organizativo existente fue el objetivo para mantener el statu quo burgués.

Iniciado el periodo de reflujo de masas a mediados de 1975, después del Rodrigazo[2], las organizaciones obreras, que venían sufrieron las bajas constantes por parte de la represión y con esta la desarticulación de las mismas, comenzaron a sentir la apertura del reflujo de masas, situación no analizada ajustadamente por las organizaciones de la época. No obstante, la resistencia obrera a la dictadura fue constante durante todo el proceso, en la cual la clase utilizó la organización desde abajo, clandestina y en el puesto de trabajo. Ejemplos de esto fueron los casos de Renault, Ford y Volkswagen, trabajadores de Luz y Fuerza, Astilleros, trabajadores del pescado, ferroviarios, etc.

Podríamos decir, a groso modo, que la organización obrera fue duramente golpeada por la represión primero: asesinando delegados, comisiones internas enteras, militarizando las fábricas, etc., y, en segundo termino, la destrucción del aparato productivo, junto con la aplicación intensa de medidas flexibilizadoras que permitieron y permiten el actual escenario sindical. Este panorama permitió el libre ascenso de sujetos que nada tienen que ver con los intereses de los trabajadores en las cúpulas sindicales, antes clasistas.

Por todo esto es que nos encontramos en una etapa caracterizada por una fuerte ofensiva patronal, económica e ideológica, por más explotación. Frente a esta situación los trabajadores damos una y otra vez respuestas en su mayoría de carácter defensivo, debido no solo a los constantes y esperados ataques por parte de la patronal, sino también, por deficiencias en la organización y conciencia de la clase en su conjunto.

Esto último nos parece realmente importante ya que caeríamos en un grave error si consideramos que la responsabilidad de la actual situación es solo de la burguesía y sus aliados burócratas, y no de la falta de participación y compromiso militante de la clase toda o también del llamado periodo de reflujo de masas. Nunca esta de más recordar hasta el cansancio que la burguesía necesitó del partido militar para desarticular la organización y romper los niveles de conciencia masivos de la clase obrera.

Es la tarea del hoy, de lo pequeño a lo grande, del puesto de trabajo a la seccional, de allí a la coordinación de las luchas debería ser la consigna, al menos en esta etapa de recuperación de la clase trabajadora. El período de crecimiento económico post crisis del 2001 nos da un marco más interesante desde donde pelear y organizarnos[3]. Si bien los nuevos puestos de trabajo nacieron cercados por la legislación de flexibilización laboral, generando los problemas que soportamos a diario: tercerización, trabajo a destajo, en “negro”, etc., la actual situación nos permite un cierto avance en las reivindicaciones por las que luchamos y nos organizamos a diario a diferencia de la década del ´90, cuando la lucha era principalmente por evitar quedar en la calle tras el cierre masivo de fabricas y lugares de trabajo. Debemos tener los pies sobre la tierra y entender el contexto de lucha que estamos atravesando, que no tiene nada que ver con el punto de vista de muchos sectores, que no dejan de ver y anunciar un nuevo “Argentinazo” o “situaciones revolucionarias” varias, ante tantos conflictos.”Se abrió una nueva etapa”,”un antes y un después de…”, la vanguardia de la clase obrera” y tantos otros, son los titulares y auto proclamaciones de muchas organizaciones y militantes que honestamente, o no, analizan deformando la realidad.

Hoy como siempre la triple alianza de burócratas, patrones y Estado se encargan de encauzar y encasillar las distintas luchas en función de los intereses patronales. El doble discurso es una constante, mientras la burocracia negocia suspensiones, reducción de salario, eliminación de horas extras, jubilaciones anticipadas, retiros voluntarios y otras hierbas, agitando como banderas al viento el consuelo de que los despedidos son todos contratados y “no nos tocaron a ninguno de la planta permanente”. ¡Patético!; eso es lo que ha hecho, por ejemplo, el SMATA durante el año 2009 con las terminales y las autopartistas.

A partir de esta caracterización creemos que la preocupación central en lo sindical, es darle un horizonte estratégico a las luchas tácticas llevadas adelante por y para la clase. De esta manera se logrará clarificar la tarea a fin de evitar el rumbo desviado del economicismo que hace confundir los objetivos tácticos de aquellos que son de carácter estratégico. Como así también de aquellos que utilizan a las organizaciones de masas, en este caso los sindicatos, como tribuna, método de captación militante y hasta organismos de recaudación económico partidaria, en lugar de herramienta propia de TODOS los trabajadores.

La patronal nos colocó en una situación difícil entre tercerizados y planta permanente[4]. Situación funcional a los intereses patronales y de la burocracia, y que en muchos casos es acompañado o “aceptado” por el conjunto de los compañeros. No obstante existen casos en los que se puede observar un salto cualitativo en la toma de conciencia por parte de la clase, esta fue la experiencia de Tenaris/SIAT. Fabrica metalúrgica ubicada en Valentín Alsina, zona sur. Aquí la lucha superó los márgenes de lo meramente salarial, rompiendo la lógica que intenta imponer la patronal de dividir a los trabajadores que se encuentran en condición de planta permanente con aquellos con contratos tercerizados. La lucha abarcó a todos los trabajadores incluyendo al barrio de la fábrica.

Por otro lado, frente a la cooptación sistemática por parte de la burocracia de las direcciones sindicales, consideramos que la creación de nuevos sindicatos para la clase no forma parte de LA ESTRATEGIA necesaria para la defensa de los intereses de la clase. Caer de manera sistemática en esta lógica implicaría colaborar con la dispersión organizativa de los trabajadores. Solo ejemplos particulares como el del Subte podrían justificar la creación de nuevas herramientas reivindicativas. Este ejemplo, materializado en el conflicto vivido principalmente durante el año 2009, ilustra un grado de conciencia superior por parte de un sector de la clase. Los compañeros del subte han logrado trascender lo estrictamente sindical poniendo el acento en una lucha política por la recuperación/creación de un sindicato que los represente, teniendo en cuenta la imposibilidad de barrer por parte de los trabajadores con la burocracia enquistada en su sindicato (UTA).

Identificados durante décadas en el peronismo y unificada en torno a los organismos sindicales y políticos de este (CGT – PJ), la clase obrera se ve más y más fragmentada a medida que avanza la descomposición en todos los planos del peronismo, sin que surja una fuerza capaz de plasmar ese resultado del desarrollo histórico en una fuerza social y política de la clase, rescatando de aquel movimiento poli clasista el componente obrero y la experiencia de lucha de los trabajadores contra el imperialismo, las patronales y la burocracia.

La organización desde abajo, clandestina y en el puesto de trabajo es la llave maestra de toda la historia del movimiento obrero nacional. Fue y es la forma más efectiva para ir recuperando los sindicatos para la clase. Desde la resistencia peronista en adelante la organización en los lugares de trabajo ha sido condición sine qua non para mejorar las condiciones primero, y para coordinar con los hermanos de clase después.

Si bien existe una gran desconfianza en las organizaciones, los programas, y los hombres enquistados en el sindicalismo local, todavía no se han moldeado las organizaciones, programas y dirigentes alternativos. Esta situación sólo es favorable a la ofensiva patronal por el grado de desorganización de la clase en su conjunto. Será en el fragor de la lucha de clases, contra la patronal y la burocracia, donde se consiga la democracia sindical y el salto organizativo y conciente, entre la lucha económica y la lucha política.



[1] Ver “Lucha sindical – lucha política” del Diccionario Marxista de Sendas nº 6.

[2] Rodrigazo: Celestino Rodrigo, ministro de economía de Isabel Perón, produjo fuerte devaluación de la moneda con la consecuente hiper inflación, lo que generó una perdida enorme del poder adquisitivo de los sectores populares. La clase no dudo en enfrentar la medida. La lucha y movilización en diferentes puntos del país terminó con su despido.

[3] Ver “El neo peronismo kirchnerista”, Sendas nº 6.

[4] En la actualidad la división de la clase en el puesto de trabajo se da por diversas razones. Tercerizados y planta es una; trabajadores legalmente contratados y en “negro” es otra; división de los trabajadores en diferentes gremios, es otra; etc. cualquiera de estas situaciones, y las particulares que no estamos nombrando, debilita las medidas de fuerza contra la patronal.