NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... NACEN DESDE EL PIE!

1 ago 2011

DEBATE IDEOLOGICO:

¿Es posible llegar al socialismo por medio de las reformas?

Existe un debate continuo en nuestra sociedad en torno a cómo podemos tener una vida humana, un trabajo digno, satisfacer nuestras necesidades, saber que nuestros hijos tendrán un futuro, etc., etc. De aquí se desprenden un abanico de respuestas que van desde el liberalismo más recalcitrante, a la teoría revolucionaria del socialismo por la toma del poder, pasando por unos cuantos matices de reformismo que siembran gran confusión a la emancipación de la humanidad.

Las diferentes posturas suscriben desde las reformas pequeñas en la administración del capitalismo, por un “capitalismo social”, como dijo hace poco la presidenta Cristina Fernández, o un capitalismo “no salvaje”, como mencionan continuamente en el Foro Mundial Social o, ya llegando a las posturas corporativistas, se llegó a afirmar que la libertad de empresa, el libertinaje de los negocios de las grandes corporaciones, que generan inmensas ganancias para una minoría, asegurarían beneficios al resto de la sociedad producto de la demanda de mano de obra y servicios. Teoría del derrame que las últimas crisis, en las distintas economías del mundo, fueron demostrando lo que las libertades a las corporaciones ocasionan para el conjunto del pueblo.

Más allá de nuestro claro rechazo hacia el último planteo, y nuestra profunda convicción respecto a la necesidad concreta de la toma del poder para la emancipación real y final de la clase trabajadora y el pueblo, nos interesa debatir en el seno de las posturas reformistas por motivos varios. En estos casos encontramos un conjunto de compañeros honestos que creen en concepciones reformistas, voluntaristas y hasta vulgares haciéndole el juego a los enemigos históricos de la clase trabajadora: la clase patronal. Estos últimos son defendidos a capa y espada por filósofos, intelectuales y políticos que con gran calidad argumentativa desvían la organización por la liberación del pueblo. Son muchos los compañeros que repiten que las teorías revolucionarias por la toma del poder ya ha quedado fuera de tiempo, que hay que inventar salidas nuevas a los flagelos de la humanidad, y que hay que construir “con lo que hay”, marcando un fuerte rasgo de posibilismo a nuestra intervención como sujetos de cambio de la realidad existente.

En el marco de los que sostienen la posibilidad de la reforma por un “capitalismo con rostro humano” también están quienes aluden a las teorías de cooperativismo como forma de emancipación, los post modernistas que cuestionan la necesidad de la toma del poder y, es mas, la existencia real de poder o, los reformistas que desde hace décadas engañan a las masas con la idea de que por medio de reformas parciales se irá generando lentamente las condiciones materiales para la emancipación de la clase trabajadora y, en consecuencia, la construcción por etapas del socialismo. La función histórica del peronismo en argentina fue justamente esta, adormecer el ánimo revolucionario de las masas, encajonar la lucha por el poder y la construcción del socialismo, generando falsas expectativas en un Estado patronal que ira mediando los intereses de los patrones y el pueblo trabajador para alcanzar la llamada “equidad social”. El “fifty - fifty” que tanto hablaba Perón deja de lado que un 50% de las riquezas eran repartidas entre millones de trabajadores y el otro 50 entre un puñado de empresarios que seguían enriqueciendo a costa de la explotación de los trabajadores. Hoy el peronismo es menos ambicioso, como toda segunda parte, pero sigue engañando a las mayorías con discursos de distribución, equidad y dignidad manteniendo los negocios de unas minorías, concentrando el capital en pocas manos, etc. Todos argumentos funcionales a adormecer y conciliar la irreconciliable contradicción de clases.

Quizá resulte un poco confuso el planteo pero trataremos de ir ordenándolo lentamente.

“Otro mundo es posible” es la consigna en los foros y encuentros anticapitalistas en distintos lugares del planeta, el tema es cuál y cómo construirlo. Existe una corriente del pensamiento que esta muy de “moda”, si así se puede decir, en distintos sectores de nuestra sociedad que proviene de la academia Francesa del pensamiento filosófico y que hizo un gran estallido luego de la caída del Muro de Berlín. Conciente o inconcientemente la teoría de los Negri, Foucault, Althusser, etc., es reivindicada por miles de compañeros como parte de las nuevas corrientes del pensamiento filosófico y, en consecuencia, como herramienta nueva hacia la liberación de la humanidad. Sin embargo, lo que aquí se expone son las viejas conclusiones reformistas en contra de la necesidad y posibilidad de la toma del poder por parte de la clase trabajadora. Teorías que le encontramos su raíz, no tan nueva, hacia fines del siglo 19 por Eduard Bernstein, que fomentaban las practicas reformistas como vía única y necesaria en la táctica hacia la formación y aplicación del socialismo. Estos teóricos dejan de lado la cuestión del poder o, mejor dicho, lo reducen a pequeños espacios de confrontación argumentando que el poder esta presente en todos lados, y que la lucha ganada en esos pequeños espacios forma parte de pequeñas conquistas de poder por parte de los sectores populares, que hacen a la libertad del ser humano. En este sentido es que se realzó el cooperativismo como método de emancipación y dignidad humana, argumentando que el trabajador ya es libre, ya no es explotado por un patrón porque depende de su propia capacidad de organización. Sin embargo, cuando el patrón se va ni es sinónimo de liberación, ni del fin de la explotación, ni mucho menos el fin de los problemas para los trabajadores. El trabajador debe auto explotarse para generar riquezas, debe comprar insumos, debe vender su producción, y debe regular su producción de acuerdo a la realidad también del mercado, que es, en todos los casos, capitalista.

A su vez, existen otros intelectuales que fomentan la teoría del cambio para que nada cambie como es el caso de Holloway, hombre muy citado en nuestros días. Holloway viene a profundizar la crítica al concepto de poder y la lucha revolucionaria por la toma del poder. El intelectual hace una generalización de los procesos de las masas en los diferentes lugares del mundo, argumentando que la teoría de la revolución por la toma del poder es algo anacrónico, llegando a afirmar que el poder es una “cosa” que contamina la pureza humana. Se ubica lejos, bien lejos, de la teoría marxista leninista, que plantea el poder como una relación, y la toma del poder como la construcción de esa relación social por parte de los sectores explotados a fin de aplastar la tiranía de una minoría privilegiada. Quizá la experiencia Zapatista en México, mas allá del respeto que le debemos por ser parte de los sectores explotados de nuestra humanidad, en búsqueda constante de superar su condición, sea un ejemplo practico de las posturas postmodernistas en nuestros tiempos. La revolución zapatista se levantó en armas en enero de 1994, formando “Juntas de Buen Gobierno”, escuelas, hospitales y organización campesina para la producción agrícola, no obstante debemos ser materialistas en nuestro análisis y aferrarnos rigurosamente a la realidad ¿Cuánto ha mejorado la condición material de las comunidades zapatistas desde entonces? Las posturas autonomistas en contra de la necesidad de la toma del poder en México han aislado el movimiento que, pese a encontrarse en una de las zonas más ricas del país por sus recursos naturales, padece el asecho diario de los militares y paramilitares, el bloqueo económico y comercial, el techo político y económico en pos de una revolución que dignifique la realidad humana en Chiapas y México todo.

Otro ejemplo que nos puede, y nos debe, hacer reflexionar es el caso del Chile de Salvador Allende. Aquel compañero que creyó honestamente que la conquista del ejecutivo era el método y la vía hacia la conquista del poder político, y que esta daría la consecuente transformación estructural: político-económico-cultural de Chile. Experiencia que vio trunca sus aspiraciones el 11 de septiembre de 1973. Este proceso llevo a un callejón sin salida hasta al propio Allende que derivó en un río de sangre, casi dos décadas de partido militar en el poder y el consecuente reflujo de la organización revolucionaria de nuestros hermanos trasandinos. Confundir llegar al gobierno con llegar al poder, es obviar donde reside el poder real de la clase dominante, es omitir que si bien por medio del voto algunas piezas del Estado capitalista (senadores, diputados, gobernadores, presidentes, etc.) pueden ser elegidos, y que incluso en esas elecciones pueden ganar miembros o representantes reales de nuestra clase, otros sectores claves del Estado que ejercen la coerción como: las FFAA, policías, servicios de inteligencia, jueces, carceleros, etc. no son sujetos a votación. A esto debemos sumarle la enorme maquina de dominación cultural que responde a las empresas, como así también el control real de las empresas que dominan la matriz económica de los mercados locales e internacionales.

Esta es una vieja discusión, incluso con compañeros que se reivindican de izquierda y hasta incluso marxistas. La postulación de compañeros a cargos en el Estado como táctica que apuntala la estrategia revolucionara divide las opiniones. Algunos compañeros argumentan que por esta vía se genera un foro de debate continuo y defensa in situ de las necesidades del pueblo, otros van más allá, diciendo que, como vimos anteriormente, la vía parlamentaria de la reforma ira generando las bases para la liberación por etapas, por medio de pequeñas conquistas que generen mayor libertad y dignidad a las más amplias masas. Así como no todos los momentos son los propicios para que estén maduras las condiciones reales para la revolución, no todos los momentos son iguales a la hora de participar o no en las elecciones. Puede que ciertos momentos de la coyuntura política concreta sean propicios para participar en estos espacios y buscar ocupar algún puesto dentro del Estado. Pero es justamente el carácter patronal del Estado el que siempre limitará nuestras acciones. Como vimos anteriormente, la burguesía chilena y la internacional le permitió a Allende trabajar durante décadas dentro del parlamento chileno, ser una piedra en el zapato, y presentarse reiteradas veces a las elecciones presidenciales. Pero, fue una vez asumida la presidencia y tocados directamente los intereses de la clase dominante, (ejemplo estatización de la minería y reforma agraria) lo que agudizo las contradicciones y expulsó a Allende, y a su partido, fuera del control del Estado y reponiendo la conducción con lo peor de la representatividad burguesa: el partido militar con Pinochet a la cabeza. El propio Che Guevara vivió en carne propia lo ocurrido para principios de los años 50 con el Guatemalteco Jacobo Arbenz, derrocado con la clara participación del imperialismo yanqui. En aquel momento eran los intereses de Rockefeller los que estaban en juego por las reformas impulsadas por el gobierno de Arbenz. El monopolio era dueño de grandes latifundios donde funcionaba, entre otras corporaciones, la United Fruit Company.

En nuestro tiempo vemos como la clase dominante no permite reformas que toquen sus intereses, en cuanto sus privilegios son cuestionados sacan a la calle todo su arsenal mediático, económico, político y hasta militar para marcar quien tiene el poder. Desde los intentos de separación y ataques xenofóbicos contra Evo Morales, que otorgo ciertas concesiones a un pueblo históricamente expoliado, como los golpes de estado en Venezuela, Ecuador y Honduras. También vemos como se le marcó el terreno a Brasil y Uruguay cuando quisieron tocar a las FFAA, o Paraguay y Argentina cuando intentaron meter mano tibiamente en cuestiones relacionadas a los terratenientes.

Por todo esto que, apuntar estratégicamente la construcción política por medio de las reformas parciales, en busca de lo primero que nos planteamos: ¿Cómo tener una vida mas humana? y, en este marco, desarrollar la organización política en vías a la construcción del socialismo, no podemos esperar otra cosa que el fracaso. El Che decía, en su libro “guerra de guerrillas un método”, que mas allá del método para lograr un fin, en este caso la guerrilla, ese fin estratégico para todo revolucionario debe ser la conquista del poder político. Podríamos agregar que como señaló Rosa Luxemburgo en su extensa polémica hacia los presupuestos de Bernstein, “quien elije la vía de la reforma como método de construcción del socialismo no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo fin, sino un fin diferente. Es decir, negar la necesidad de la toma del poder como método necesario en la construcción del socialismo, es afirmar el trabajo cotidiano entorno a la reforma de esta vieja e injusta sociedad, y no el trabajo arduo, lento y doloroso para formar una sociedad nueva”