NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... NACEN DESDE EL PIE!

1 ago 2011

Arte revolucionario.

Graffitis: arte, expresión y libertad.

Un medio de expresión de lucha de casi dos siglos en nuestra tierra, que hoy es muy utilizado y muchas veces se lo intenta de vaciar de contenido.

Un nuevo numero nos vuelve a encontrar, un nuevo arte intentaremos mostrar.

Protagonistas de las voces vivas sobre piedras, ladrillos y más de una vez grandes decoradores de callejones, asfaltos y hasta encima de monumentos; el graffiti es parte de nuestra expresión popular.

Colores, formas, matices, diferentes tipografías, frases, consignas, imágenes y un escenario que no se alquila, no se contrata, no se negocia.

Portador en una gran mayoría del descontento sobre diferencias y luchas sociales, el graffiti llega a nuestro país a mediados del SXIX, como forma de protesta por aquellos grupos extranjeros que sufrían la dominación. Entre 1880 y 1890, no era extraño encontrar en las paredes porteñas este símbolo de agitación con consignas anarquistas, socialistas y comunistas arrastradas por los inmigrantes politizados que venían de Europa.

Con el crecimiento de ésta voz de protesta, es José María Ramos Mejía, quien le adjudica el nombre de “prensa gratuita”. Sus reiterados actos pasaron a ser legítimos dentro del país, demostrando su gran creciente principalmente en la ciudad de Buenos Aires a principios del SXX.

Es entonces, en estos mismos años, que el graffiti comparte su escenario con el conocido “filete porteño”, técnica traída por artistas italianos, que sólo expresaba refranes anónimos y cortos.

Con el paso de los años y los gobiernos, el pueblo consolida su manifestación en los hechos que acontecían, y mediante varias investigaciones entra la posibilidad de que la masacre a los obreros en Plaza Lorea el 1º de mayo de 1909, la de huelguistas de los talleres Vasena en enero de 1919, durante la “Semana Trágica”, o las ejecuciones de trabajadores rurales en la Patagonia a cargo de tropas del ejército en 1921 y 1922, hayan tenido su condena desde los muros de nuestra ciudad, como en efecto lo tuvieron desde la prensa partidaria.

El graffiti comienza entonces, a volverse una expresión de carácter político-ideológico, y tomado desde las autoridades como actos de vandalismo razón por la que, sin dudas, pasa a la clandestinidad.

La noche cómplice, la luna guía mientras el sol espía. Tarros llenos de barro y brochas eran las herramientas testigos de nuestra manifestación, para que un amanecer traiga nuevamente la voz de nuestro pueblo. Claro está, que para los ojos de la policía era un acto subversivo.

Ya en los años 30 y 40, con el surgimiento del mimeógrafo aparece el panfleto, “supuesto” estabilizador del nivel de consigna en los muros pensando que además sería quien desplace al graffiti. Pero esta gran evolución de la época no pudo reemplazar lo que la tiza y el carbón daban a nuestra viva expresión.

Lo que sí fue evolucionando dentro de esta expresión, fueron sus elementos ya que por los años 50 se utilizaba brea y alquitrán diluidos en querosén o gas oil, blanqueando anteriormente con cal la superficie a pintar, como actualmente lo hacemos muchas de las veces, para poder resaltar aun mejor el texto y por supuesto, haciéndolas en el menor tiempo posible para que ningún botón dorado logre vernos.

Tanto la llamada “década infame” (1930-40) como la época posterior al derrocamiento del gobierno constitucional peronista, cuando se proscribió esa identidad política (1955-1973), fueron dos escenarios en los que la expresión de las demandas sociales avanzó sobre las paredes. En éste último período hubo breves paréntesis democráticos que favorecieron cierta legalización condicionada a esta actividad, pero las prohibiciones sucesivas y la creciente represión a las protestas populares mediante declaraciones de estado de sitio o aplicación de la ley marcial sólo consiguieron radicalizar las consignas y transformar a la “pintada” en una tarea fundamental de la militancia política.

El aerosol aparece en el año ´69 siendo un gran agilizador de la tarea. Las consignas expresadas dejaron de tener un tinte anónimo, cuando se escribía parte de los cantos populares de las manifestaciones pertenecientes a diferentes organizaciones.

Su nivel de seguridad para poder realizarlos, fue aún más riguroso durante la dictadura. Con la llegada del sistema democrático en 1983, el graffiti se encaminaba por consignas directamente relacionada con los derechos humanos y el reclamo de la liberación de los detenidos-desaparecidos.

También se los utilizaba para marcar territorio de algún grupo de la ciudad como modo de recuperar el espacio urbano, luego del paso de la dictadura. Así como también seguidores de grupos musicales dejaban frases alegóricas o filosóficas firmando con el nombre de su grupo.

En los años siguientes el graffiti siguió expresando los descontentos del pueblo hacia el Estado, y aún más hacia un Estado privatizador. En los 90 y catalogado como el arte hip-hop, las pintadas tenían mayor color, tags, y tipografía estilizada sobre las paredes de la ciudad.

Resaltando que luego del 2001, el país con más énfasis salió nuevamente a darle mayor expresión a sus consignas.

Acompañando al graffiti, el esténcil es la técnica que logra en menor tiempo dejar plasmada la cara de algún referente. ¿Quien acaso no ha visto la cara del Che en alguna pared, hasta pasadas las fronteras?

En la actualidad hay grupos especializados en realizar muchísimos murales a la luz del día, y hasta surgen cursos y talleres en donde se dicta esta técnica y luego salen a colorear alguna pared de la ciudad.

El rojo y negro sigue siendo nuestro color por excelencia, la cal, el ferrite la brocha y algún viejo pincel, son nuestras herramientas. Las marcas que todavía tenemos nos hacen seguir siendo amigos de la noche muchas de las veces, y el calor del sol muchas otras nos hace de seguridad. Tenemos mucho para decir, tenemos mucho para expresar y transmitir. No tenemos formación artística, no somos muralistas ni pintores, somos parte del pueblo que tiene la misma fuerza y más que aquel del SXIX.

Seguiremos entonces, porque construimos nuestra historia, porque la calle es el patio de nuestra casa, porque hay compañeros que se quedaron sin voz y porque seguimos creyendo que el cambio es posible.

-¿Está linda ésta pared no, cuando venimos?... ¡Hasta el próximo número!