NO HAY REVOLUCIONES TEMPRANAS..... NACEN DESDE EL PIE!

1 oct 2010

INFORME: 8 años de administracion Kirchnerista

el neo peronismo kirchnerista

Desde el 2001 en Argentina se abrió una nueva etapa en la política local. Un nuevo proceso histórico se inició en el seno de las contradicciones de clase. El modelo neo liberal, agudizado durante la década menemista, llevó al borde del precipicio a la economía argentina y con esto arrojado a la máxima opresión del sistema a millones de argentinos. Paralelamente lo mismo sucedió con cientos de millones en Indo América. Poder comprender el momento histórico en el que nos encontramos como clase es una tarea diaria para definir el mañana.

“Acá está el pueblo de Santa Cruz, acompañando el proceso de transformación y cambio que la República Argentina debe llevar adelante….

Pocas veces, desde el paso del General, hubo un presidente que haya escuchado tanto a Patagonia sur y a Santa Cruz en particular… hoy con las conquistas obtenidas gracias a que un hombre federal que sabe lo que es vivir en el interior del país, logró interpretar nuestros reclamos…”

Gobernador Néstor Kirchner, en la visita del presidente Menem

Después de la dictadura militar, y fuertemente durante la década del 90 la burguesía financiera internacional concentró su intervención en el mercado local. La concentración de capital en el mercado interno, generó consecuentemente la destrucción del modelo productivo, el vaciamiento del patrimonio público, la marginación y el desempleo masivo. El aumento de la brecha que separa los empobrecidos de los ricos del sistema, a niveles históricos, generó las puebladas en los diferentes puntos del país[1] que se coronó el 19 y 20 de diciembre del 2001 con la insurrección que tomó alcance nacional con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores.

Los enfrentamientos le costaron, al pueblo, varios muertos directos y millones indirectos, en el genocidio cotidiano de la opresión. A la burguesía le costo 4 presidentes en el 2001/02 y también un 5to, Eduardo Duhalde, quien también salió por la ventana luego de las manifestaciones contra la masacre del puente Pueyrredón, demostrando que la receta política de la burguesía para el pueblo no tenía nada nuevo que ofrecer.

El pueblo venía de la gran derrota post dictadura, los conflictos que surgían amuchaban de a miles a los obreros despedidos por cierres de fábricas, privatizaciones o restructuración laboral. La ley de flexibilización laboral terminó de destruir las últimas conquistas laborales, y el trabajo a destajo, en condiciones ilegales y carentes de representación sindical, avasallaron nuestros derechos.

La caja del Estado estaba fundida, la balanza comercial fuertemente negativa y el patrimonio estatal prácticamente vendido. Los posteriores gobiernos liberaron el dólar que permitió una rentabilidad mayor hacia los sectores exportadores, pero el veranito político duro poco ya que la extrema derecha seguía en el gobierno. Las pocas organizaciones que surgieron luego del 2001 y sus dirigentes fueron borrados de un plumazo, bala o corrupción mediante. En este contexto asume el poder el, hasta entonces, desconocido Néstor Kirchner. El ex presidente era poco conocido, y sus referentes políticos en lugares estratégicos como Bs. As estaban lejos de ser progresistas: los menemistas Eduardo Duhalde y Daniel Scioli, como así también el terrateniente sojero y ex ministro de agricultura menemista Felipe Solá[2]. A su vez era recordado por sus lazos con el menemismo, su visto bueno a favorecer a los sectores mineros y el apoyo a las privatizaciones.

La primer parte del gobierno caminó con cierta tranquilidad, la conciliación con los distintos sectores de la burguesía, el pago al FMI en el 2005 y su buena relación con los medios representantes de la agro burguesía local le dieron el aire suficiente para ganar legitimidad[3]. El contexto internacional favorecía a las economías de la región debido al alza de los precios de las materias primas. Venezuela, Ecuador y fundamentalmente Brasil gozaron de la rentabilidad del petróleo. Bolivia el gas, Colombia los minerales al igual que Chile, y Uruguay, Argentina y Brasil hicieron de la soja una fuente hasta hoy de gran flujo de capitales. Las retenciones por exportación fueron dejando un saldo positivo que mejoró la balanza comercial generando superávit fiscal y la rentabilidad del comercio reactivó otros sectores de la economía. Como ya dijimos, los capitales ociosos del campo fueron a parar al negocio inmobiliario, una gran cantidad de empresas vendieron sus acciones a grupos económicos extranjeros, principalmente brasileros. La devaluación aplastó los salarios, y la pauperización de las condiciones de trabajo eran peores que a mediados del menemato. Sin embargo, esto generó una gran rentabilidad para las empresas que comenzaron a producir para exportar. Todo favorable para la burguesía: mano de obra barata, sin representación real, y apreciación del dólar.

El gobierno garantizaría que, vía fondos fiscales, quede regulada la cotización del dólar manteniéndolo estable, pero siempre en amplia relación a los costos internos para mantener la tasa de ganancia. La intervención del Banco Central en la cotización del dólar fue mediante la compra sistemática de los dólares provenientes de las exportaciones, con el fin de secar el mercado interno e impedir que el aumento de la oferta devalúe la cotización de la moneda extranjera. Esto dió como resultado una caja de ahorro que hoy forman las históricas reservas acumuladas. El panorama político se agudizó respecto a décadas anteriores. La asociación absoluta de la burguesía local con la internacional es un hecho. El proceso de globalización, devoró las empresas periféricas y concentró al máximo la riqueza. Este proceso dió por finalizada la búsqueda fructífera de una burguesía nacional, independiente, con proyecto propio. Su asociación a los grupos empresarios internacionales imposibilitan esto último.

La formación de los grandes oligopolios que invierten sus capitales en diferentes ramas de la producción de todo el mundo es una realidad. Lo que ha cambiado a escala mundial, como decíamos en anteriores ediciones, es el modelo de acumulación. Grandes masas de dinero ya no se reinvierten en la producción, sino que son utilizadas en la especulación financiera. La crisis de superproducción del capitalismo abrió una brecha favorable a los países periféricos por las condiciones antes mencionadas que garantizan altas tasas de ganancia. Por primera vez las casas matrices cerraron y las industrias periféricas continuaron funcionando e incrementando los ritmos de producción. Un caso ejemplificador es el de Terrabusi. Vendida a una firma norteamericana –Kraft-, que a su vez compró otras firmas del mercado, instalada en varios países periféricos, no baja los ritmos de producción. También el rubro automotriz es un buen ejemplo, mientras que en Francia, Alemania y EEUU miles de obreros quedan en la calle, las mismas empresas en Argentina, como en otras partes del mundo, contratan obreros en todas sus plantas. Claro está que las condiciones de trabajo son mucho más baratas que en Europa o EEUU.

Este panorama favoreció el sostén del régimen que se asentó en las espaldas del capital productivo, principalmente metalmecánico y agro industrial. Este proceso tiene reflejo en la actualidad generando desde el 2004 2 millones de puestos de trabajo.

Fiel a la tradición peronista, el kirchnerismo intentó mediar los intereses de las dos clases antagónicas. Si bien el gobierno asumió sin base social propia, cooptó hábilmente a los sectores que nacieron post dictadura: desocupados, marginados, familiares de desaparecidos, e intelectuales progresistas. El policlasismo se hizo vivo al mejor estilo peronista, y con su discurso progresista logro ganar a los sectores medios. A su vez un conjunto de medidas neo populistas sello la alianza con vastos sectores populares. El aumento del trabajo, gracias al flujo de divisas provenientes de las exportaciones le permitió la gestión de medidas que favoreció la reactivación del mercado interno, como ser paritarias, jubilaciones por decreto, aumentos consecutivos del salario mínimo y de los mínimos jubilatorios, tarifas de servicios públicos subsidiadas, apoyos diversos a las empresas recuperadas por los obreros luego de la quiebra, emprendimientos productivos, planes para los sectores desocupados, etc. Pero quizá el procesamiento a los militares de la última dictadura, instalando el tema en la agenda del debate político, fue uno de las medidas más capitalizadas por la gestión. Néstor Kirchner abandona el ejecutivo con un alto grado de aceptación.

A la mano de obra barata, la precarización laboral, y el mercado de exportación se le sumó los enormes subsidios otorgados por la administración a las mega-corporaciones que operaban y operan en el país[4]. Se prorrogaron varias licencias a las empresas privatizadas, se mantuvieron las tarifas con los subsidios, y se garantizaron las ganancias a las grandes corporaciones. Con un discurso y accionar mucho más moderado que el de vecinas repúblicas el kirchnerismo supo ubicarse en el contexto regional, y fue Brasil su principal socio en la expansión. Luego de definirse en contra del ALCA (2005) e intentar mostrarse diferentes a la política de relaciones carnales con el imperio, el kirchnerismo no asume una posición clara en la región. Su moderación lo aleja de la política de países como Ecuador, Venezuela o Bolivia, sin embargo no podemos decir que aplicó las mismas recetas que en Perú, Colombia o Chile. El doble discurso le permitió mediar entre los dos bloques de poder y a la vez apoyar de palabra espacios como, ALBA o Banco del Sur, pero en los hechos se mantiene al margen de los mismos.

Como afirmábamos en el Sendas Nº1, en Argentina existe una gran concentración de la tierra. La oligarquía agroganadera históricamente es el sector local de mayor peso político económico. El 50% de la tierra pertenece a 6900 familias-empresas y 936 terratenientes poseen 35,5 millones de hectáreas. A estos datos debemos sumarle que el 80% de la tierra esta cultivada con soja, cultivo que esta temporada viene batiendo record de cosecha y recaudación, pero el 60% de la producción sojera esta en manos de 4 transnacionales (pools de siembra). Por otro lado en el país existen 74 megacorporaciones mineras, que en su mayoría están conformadas por capitales canadienses y británicos, pero son 165 los proyectos de explotación minera que esperan este año la aprobación. El veto a la ley de glaciares por parte del kirchnerismo, y la actual aprobación de la nueva ley permite la extracción con la consecuente contaminación de las zonas aledañas a los glaciares a precio vil. La tendencia a favorecer a la megaminería no es una novedad en el kirchnerismo, como dijimos anteriormente, las modificaciones jurídicas junto con los tratados internacionales vienen de larga data. En 1997 el entonces presidente Menem junto a su par chileno Frei permitieron la explotación sin fronteras en la zona cordillerana, y el gobierno kirchnerista permitió la exención del IVA para las megacorporaciones, la libertad de exportar los metales sin inversión en el país y la utilización de los recursos sin ningún tipo de control como sucede con el agua, junto con la decisión política de reprimir y perseguir a quien se oponga a estos emprendimientos[5]. El alza de los precios de algunos minerales fomenta este tipo de producción, pero además el marco de explotación contempla que muchos minerales no son declarados con la complicidad del estado, generando una fuga diaria de capitales a las casas matrices.

Por todo lo anterior es que si bien la nueva administración tiene tintes progresistas no puede ni quiere salirse de la raya neo liberal de donde nació. Por un lado reactiva el mercado interno, y fomenta la producción, pero por el otro mantiene una política de expoliación de los recursos naturales, el régimen financiero de la dictadura, la libertad de movimiento de capitales que favorece la fuga de divisas; renueva licencias a las concesiones de empresas estatales, reestructura la deuda, paga por adelantado al FMI y subsidia y realiza salvataje a las grandes multinacionales aunque las mismas no hayan cumplido con el plan de inversiones estipulado.

Con el alejamiento de Duhalde, Solá y otros, el gobierno buscó una nueva pata conservadora para aumentar su legitimidad en la nueva etapa. El gobernador mendocino y radical Cobos fue el indicado para la alianza en el ejecutivo. No pasó mucho tiempo y arribó la crisis por la 125 que generó chispazos entre los bloques de la burguesía local. Las grandes ganancias obtenidas por este sector fueron el centro de la disputa en el seno de la contradicción entre burguesía agroganadera y la industrial. Los diferentes actores que cobijaba el kirchnerismo fracturaron tomando partido por uno u otra facción. De un lado el ala “progresista”: los movimientos de desocupados y de los derechos humanos, acompañados por la burocracia sindical de CGT y CTA. Del otro, el ala conservadora de la mano del vice Cobos: encabezada por la Sociedad Rural Argentina, dirigentes del PRO, UCR y peronismo disidente con Duhalde, Reutemann y Solá en primera fila y, a su vez sectores de las capas medias de la ciudad se alinearon a la cola de esta facción. El decreto de la 125 generó un gran revuelo que los medios y la oposición buscaron profundizar para llevar agua a su molino. Con la ayuda de, como dijimos antes, sectores de las capas medias y hasta varios partidos políticos autodenominados de izquierda como el MST o PCR, la oligarquía representada por la Sociedad Rural Argentina logró dar marcha atrás a la medida.

No faltaron las voces que preveían el fin del kirchnerismo, sobre todo luego de las elecciones legislativas del 2009 en la cual el oficialismo perdió la mayoría en ambas cámaras, y sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires.

Una vez más la administración logró salir airosa de medidas que antes eran de corte netamente conservador maquillándolas con un discurso progresista. El salvataje a la fundida empresa española Marsans que tenía la concesión de Aerolíneas Argentinas fue colocado en el imaginario colectivo como la intervención estatal en función de reactivar las rutas aéreas nacionales. No obstante fue la presidenta quien afirmó que una vez regularizado el vaciamiento, mediante fondos fiscales, nuevamente se irá a licitación para el regreso de la inversión privada. Parece que estatizar las quiebras sin ningún tipo de represalia para el vaciador es una medida progresista. Por otro lado esta el caso del ANSES, ante la realidad de que las empresas privadas derivaban fondos que los trabajadores aportamos mes a mes, y en el entendido que el flujo de dinero luego de la reactivación económica con el consecuente aumento de aportantes, el kirchnerismo hizo del ANSES la caja para solventar su política. Pese a afirmar que no hay dinero para el aumento del 82% móvil para los jubilados, el 65% de los recursos de las jubilaciones es utilizado para subsidiar a las patronales y así garantizarles sus ganancias. En la Argentina de la “patria subsidiada” el gobierno garantiza las ganancias de los especuladores de siempre.

Pero también el gobierno ha gestionado con gran habilidad política algunas reivindicaciones históricas de amplios sectores capitalizándolas para sí. Este es el caso de los juicios a los militares y civiles implicados en la última dictadura, una lucha histórica de familiares y organizaciones sociales que el gobierno supo cobijar bajo su ala pese a que sabemos que los genocidas tienen todo tipo de derechos a los que los presos comunes no acceden, que en muchos de los casos los testigos no declaran debido a las sistemáticas presiones, amenazas y hasta asesinatos como es el caso de Julio López hace ya 4 años, entre otros. El gobierno asumió el rol de los derechos humanos en el marco de su doble discurso, por un lado los juicios, monumentos, etc., pero por el otro es cómplice del gatillo fácil que mata a los jóvenes en los barrios todos los días, procesan y encarcelan a los luchadores como ningún otro gobierno luego de la vuelta a la democracia o reprimen sin ningún problema a las medidas de fuerza de los trabajadores en la lucha contra la patronal, como sucedió en Kraft, mientras tratan con guantes de seda a los piquetes de la bosta. También operan con “astucia peronista” en el seno de las organizaciones obreras, logran mantener un delicado equilibrio entre los empresario sindicalistas de la CGT, con Moyano a la cabeza, y por el otro buena relaciones con la cúpula de la CTA, pese a no reconocerle la personería jurídica. Las buenas relaciones con la burocracia sindical son una herramienta para el gobierno y las patronales que la impulsan. Con un movimiento obrero aplacado y perseguido por la burocracia, socia de los intereses patronales, es posible garantizar la rentabilidad y previsibilidad para los patrones y su gobierno.

La política dominante impulsada por el actual gobierno se sella a fuego con la ley de medios. Si bien hay que reconocer que existen hendijas en donde las organizaciones populares podemos hacer pie en la nueva ley, ésta no es mas que una medida que favorece subjetivamente en la conciencia de la clase hacia el oficialismo, se abre el juego a un sin número de voces oficialistas o afines que previo a esta medida no podían expresarse masivamente. Así como también pueden beneficiarse empresas de telecomunicaciones, Telecom y Telefónica, para que acrecienten sus negocios ya altamente rentables. No olvidemos que las mismas son el 3er rubro con mayor rentabilidad en la era kirchnerista[6].

La actual pelea con el Grupo Clarín por Papel Prensa se encierra en este marco. Lo expuesto por el gobierno sobre cómo se hicieron de la empresa, la participación de Clarín, La Razón y La Nación en el partido militar o que, el Grupo Clarín es un oligopolio, es verdad. Ahora, ¿es el único oligopolio que opera en la República Argentina? ¡Claro que no! Una vez más el gobierno presiona con habilidad por izquierda hacia el pasado oscuro y sangriento de estas corporaciones, sin embargo su posicionamiento esta lejos de ser funcional a las necesidades del pueblo.

Como dijimos anteriormente la actual administración nace de las entrañas de la crisis del 2001. La crisis política, económica e institucional generó un vacío altamente peligroso para la burguesía, pero la falta de organización y propuesta propia de la clase dió luz verde para que el enemigo se reorganice y logre instalar la posición del Estado burgués donde debe estar. Como afirmó Marx el Estado patronal es: producto directo de las contradicciones de clase, es un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. El kirchnerismo vino a lavarle la cara a la crisis política burguesa, con tintes “progresistas” intenta mostrarse distinto de forma, manteniendo en su esencia las mismas características del neoliberalismo que lo vio nacer. No obstante esta situación debe ser abordada por los compañeros que estén detrás de la construcción cotidiana de un proyecto revolucionario y emancipador. Ante la debilidad de la burguesía y de viejos paradigmas conservadores se abre un camino de reivindicaciones democráticas que marcan la tarea del ahora. La coyuntura actual nacional e internacional, en donde la lucha corre el eje de discusión y ya no se pelea por lo imprescindible puede generar un proceso de acumulación positivo para la clase. No son buenos tiempo para la Revolución cuando se lucha por lo imprescindible decía el Che, pero es muy necesario destruir todo tipo de afirmación reformista de la revolución pasiva mediante cambios mínimos para que nada cambie. En nuestro país cerca de la mitad de los trabajadores estamos en condiciones ilegales; nuestra participación en el PBI sigue por debajo de los índices históricos; grupos minoritarios extranjeros y nacionales expolian al país a costa de nuestra explotación y la contaminación cotidiana, cientos de niños mueren a diario por problemas de desnutrición o enfermedades curables; los aumentos salariales están muy por debajo de los índices de inflación; los gremios y centrales de trabajadores siguen copadas por la burocracia asociada a los empresarios y el gobierno; este gobierno, como los anteriores, nada tiene para ofrecernos sino más capitalismo con la consecuente explotación, opresión y muerte.

Entender el contexto en el que estamos inmersos es una tarea necesaria para canalizar los esfuerzos en post de la elevación política de las masas. La organización para dar respuesta a cada uno de los ataques de las patronales y su gobierno es una necesidad, pero mas necesario es la construcción de un programa político que logre romper con la agenda burguesa, generando así el protagonismo necesario que tenemos que tener como clase. Discutir qué país, qué barrio, qué educación, qué futuro queremos es la lucha del presente para un futuro nuestro, proletario y Socialista.



[1] Las puebladas de Santiago del Estero a principio de la década del 90, junto a la de Cutral Co a mediados de década fueron quizá las luchas más importantes.

[2] Vale recordar que Felipe Solá es el culpable del escenario agropecuario actual. Durante su gestión como ministro de agricultura se preparo el terreno necesario para la producción de monocultivo de soja que existe actualmente en el campo.

[3] Por citar un ejemplo, se extendió por 25 años la licencia al grupo Clarín por la explotación de canal 13.

[4] Los montos anuales otorgados aproximadamente son 27mil millones de pesos en exenciones impositivas; 40mil millones en subsidios bajo diversos rubros y 5mil millones en regímenes promocionales (REPRO); queda un total de 72mil millones de pesos anuales, cifra 2 veces superior al necesario para reacondicionar todo el sistema previsional.

[5] En Argentina existe alrededor de 70 asambleas ambientalistas que luchan contra la contaminación minera. Así como también en Chile

[6] 1ero: Petróleo y Gas (Repsol), 2do: bancos (Citybank), 4to: siderurgia (Siderar)