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25 feb 2010

HAITI: PLATAFORMAS MILITARES EN LA “AYUDA HUMANITARIA”

Por: Juan Carrizo

Resulta imposible no asociar el desembarco de las tropas norteamericanas, la disputa con el gobierno de Francia, y la anterior y actual ocupación de las MINUSTAH, con los movimientos geopolíticos del imperialismo Norteamericano en la región.

Seguramente el tratado Washington-Bogota que diera inicio al proyecto de instalar 7 bases militares en Colombia es el mas recordado, pero no el único en el marco de un sin numero de bases que los Estados Unidos tienen en el mundo en general y en su patio trasero, Indo America, en particular. Continuando con la doctrina Monroe que caracterizo a los EEUU en la intento de dominación de toda America, las sucesivas administraciones del ejecutivo norteamericano ratificaron la política militarista sobre la región incluyendo al actual administración Obama. Si bien en los últimos años se observaron el desmantelamiento de algunas bases militares como la de Panamá en 1999 conocida como Howard en donde funcionaba el Comando Sur del Ejercito de los EEUU (SouthCom) debido al tratado firmado en 1977 Carter- Torrijos, o la base situada en la isla de Vieques, Puerto Rico, llamada Roosevelt Roads desmantelada luego de varias movilizaciones masivas del pueblo boricua, o la de Manta, Ecuador, luego de la no renovación por parte del gobierno ecuatoriano en el 2009; continúan en la región funcionando más de 13 bases militares norteamericanas, de las 865 que hay en el mundo.

El avance tecnológico militar da origen a un nuevo modelo de táctica militar en el cual dejan de ser necesarios las grandes bases militares y sustituidos por eficientes, sofisticados y dinámicos Centros Operativos de Avanzada, que no son otra cosa que plataformas militares de despliegue rápido equipadas con pocas unidades de soldados, pero una gran maquinaria militar como radares de ultima generación, antenas satelitales, aviones espías, drones de vigilancia, etc. Esta nueva táctica permite un mayor número de bases, con menor costo de traslado de fuerzas, mayor eficiencia de desplazamiento, control y vigilancia a fin de hacerse de objetivos en el menor tiempo posible.

La doctrina Monroe no dejo de ejecutarse y los pueblos Indo Americanos venimos sufriendo las consecuencias. Terminada la Guerra Fría los golpes a Haití y los 10 años de Plan Colombia fueron quizá las intervenciones mas resonantes, pero desde la no renovación de la base de Manta en el 2009 al mes la respuesta fue la reactivación de la 4ta Flota ausente en el escenario desde fines de la segunda Guerra Mundial (1948), y el desplazamiento de la base de Manta a Palanquero, Colombia. Tres meses mas tarde, junio del 2009, se produce el golpe de estado al terrateniente liberal Zelaya en Honduras por medio de la base militar yankee de Soto Cano en la mismísima tierra hondureña, en agosto el anuncio de las 7 bases militares que tiene a la administración colombiana como protagonista nuevamente, y ya para octubre la noticia del presidente panameño Ricardo Martinelli sobre la construcción de 4 bases militares norteamericanas.

Iniciado el año 2010 fue el terremoto en Haití el mejor pretexto para que vía “ayuda humanitaria” el gobierno norteamericano desplegué todo su aparato militar: un buque de asalto anfibio, barcos de desembarco Fort McHenry y USS Carter Hall, un portaaviones Carl Vinson, 15 buques, helicópteros de los Guardacostas y otros navíos militares, asegurando su ocupación en la isla. El control total del aeropuerto y lugares estratégicos por parte de las tropas de EEUU, impidió desde el desastre hasta la fecha el aterrizaje de varios aviones con equipamiento médico, entre otros. En un país donde los precios del agua y de los productos de primera necesidad han aumentado sensiblemente, el despliegue de más de 20.000 soldados norteamericanos que se suman a las tropas de MINUSTAH nos es casual. Las condiciones de vida del pueblo haitiano pueden detonar un gran estallido como ya ocurrió luego del terremoto en Managua (Nicaragua) en el año 72 o el de la ciudad de México con una gran organización y fuerza por parte del pueblo por la falta de atención del gobierno Federal. Pero también en la revisión histórica del actuar del imperialismo norteamericano, no hay que olvidar que utilizaron el pretexto de intervención humanitaria para establecer bases militares en Kosovo, y en la fragmentación de Yugoslavia aprovecharon para intervenir quebrando el país y consiguiendo un pedazo de territorio en la parte separatista de Kosovo.

Si bien es claro que las tropas norteamericanas no escatiman en masacrar al pueblo haitiano que se revela contra los privilegios que tienen las castas oligárquicas en la isla que se apropian de los insumos de primera necesidad, la misión de las mismas tiene que ver con las condiciones geo-estratégicas que permite Haití como plataforma militar. Pretender que las fuerzas armadas ofrecen una ayuda humanitaria es comprar el humo que se intenta vender, pero cerrar el análisis al mero papel de gendarme del pueblo haitiano es desestimar tanto la política militarista que viene reacomodando el imperialismo en la región, como también el rol que juegan las MINUSTAH con Brasil a la cabeza como testaferros militares de los intereses yankee en la isla. Los 50 años de heroica resistencia y organización de FARC-EP y ELN en Colombia, las reservas petrolíferas venezolanas, y la agudización de las contradicciones de clase en el patio trasero del imperio hacen trabajar al mismo en la previsión de escenarios desfavorables para sus intereses.

Una vez más queda claro cuales son los intereses del imperialismo en la región. Un imperialismo que se encuentra en franca crisis y que tiende a la vía militar como válvula de escape en el negocio de la guerra que, no solo es útil para reprimir la organización de los pueblos, sino para oxigenar su asfixiada economía a escala mundial.